Este artículo fue publicado originalmente por Fernando Rivera en Guapulo.com.
Una mañana tuve una conversación telefónica con una persona que me llamó desde Guayaquil para ver como les podíamos ayudar en Buen Trip para una app que quería desarrollar. Mientras hablábamos me dijo que parecía que en Quito, a diferencia de Guayaquil, los inversionistas estaban buscando ayudar al emprendedor y no solo ganar dinero. Me reí un poco porque obviamente los inversionistas en Quito o en cualquier parte del mundo esperan un retorno por su inversión. “Nadie lo hace para perder dinero”, le dije.
El capital de riesgo, o capital emprendedor – como prefieren algunos – debe ser entendido como una clase de activo más a disposición de alguien con interés en diversificar sus inversiones. Como sabemos desde que oímos “no hay que poner todos los huevos en una canasta”, diversificar es una buena forma de mitigar el riesgo. Los inversionistas más sofisticados entienden el concepto de “asset allocation” que en concreto significa pensar en la asignación de las inversiones a un portafolio que cubra diferentes tipos de activos: bienes raíces, renta fija, renta variable, etc.
Desde esa perspectiva, el capital de riesgo debe ser visto como una opción más disponible para inversionistas institucionales y privados. La idea para el inversionista es básicamente tomar parte de sus inversiones, dependiendo de su tolerancia al riesgo y buscar un mayor rendimiento a cambio de asumir un mayor riesgo al invertir en una empresa en etapa temprana de crecimiento.
El riesgo de invertir en la etapa temprana de una empresa es alto porque la probabilidad de que la empresa sobreviva los tres años es estadísticamente muy bajo. Los ángeles, al igual que los familiares y amigos, proveen el capital semilla de una empresa durante el periodo conocido como el valle de la muerte (valley of death), cuando los ingresos son negativos. El siguiente gráfico permite visualizar de lo que estamos hablando:
Es decir, un inversionista ángel es alguien que está dispuesto a asumir un alto riesgo con sus inversiones a cambio de un potencial rédito alto a futuro. Sin embargo, el emprendedor guayaquileño que me había llamado tenía razón al sugerir que los inversionistas de riesgo deben buscar algo más aparte del rendimiento económico. En particular para los inversionistas conocidos como ángeles son otras motivaciones aún más fuertes que la búsqueda de réditos económicos las que le llevan a interesarse por invertir en un empresa en su etapa más temprana.
Un inversionista ángel por lo general tiende a ser uno de varios tipos: el emprendedor exitoso que ha vendido un negocio con éxito y que busca participar de nuevo en el crecimiento de una empresa está vez como asesor y espectador; o el profesional de carrera que se ha retirado con una buena situación económica y que le gustaría probar suerte apoyando a un emprendimiento.
En lo personal lo que me motiva a mi a invertir tiempo y dinero en empresas tempranas (startups) son varias cosas: el interés personal por la tecnología y el potencial transformador de las startups, el gusto por participar en decisiones estratégicas de una empresa, y el deseo de contribuir a que la economía del país cambie en algo aportando desde mi experiencia y conocimientos.
Como he mencionado en la reseña sobre mi carrera, en 1998-99, justamente durante la crisis del feriado bancario, empecé mi primera empresa: StarNetSys. El capital semilla lo conseguí de mis padres, como muchos emprendedores. Mi visión era de llegar a exportar servicios de diseño y desarrollo Web al mercado más competitivos del mundo: Estados Unidos, durante la explosión de las dotcom. Obviamente con 28 años gozaba de esa mezcla perfecta de ignorancia y soberbia para pensar que podía conquistar el mundo.
Pues bien, para lograrlo tendría que mudarme a Estados Unidos. El hecho de haber nacido en Estados Unidos me brinda esa opción y mi esposa y yo nos mudamos a Nueva York en 2004. En 2008 mi mejor cliente y socio que había fundado un medio financiero en Nueva York decidió fusionar mi empresa a la suya y así pasé a formar parte de ETF.com. Entre 2015 y 2016 ETF.com fue vendida y así fue como los socios originales tuvimos lo que se conoce como nuestro exit o equity event.
Ahora que he cumplido una etapa como emprendedor, he puesto mi interés en ayudar a otros emprendedores a cumplir con sus visiones grandiosas y nobles. Sé de primera mano que el Ecuador tiene un alto potencial tecnológico. Ya lo ha demostrado en el pasado al ser el primer país sudamericano en introducir los cajeros automáticos y haber sido uno de los líderes regionales en software de core bancario.
Sin embargo, en los últimos años el Ecuador se ha visto rezagado por sus vecinos en la creación de startups y de ecosistemas de innovación. Es claro que una de las cosas que hacen falta es capital semilla y know-how para que otras startups puedan surgir. Y para los que dudan que el Ecuador produzca oportunidades de inversión con alcance internacional vale la pena recordar que los pocos casos de éxito recientes demuestran que los inversionistas locales están perdiendo oportunidades y que los mejores emprendedores han debido salir del país para buscar capital y contactos: Shippify, iBillionaire y Payphone son algunos ejemplos. Además no podemos olvidar los startups de la primera generación como Patio Tuerca que ahora cotiza en bolsa en Australia (ASX:LAA).
Hace unos días le comentaba a alguien lo que estamos haciendo en Buen Trip con nuestros pitch nights y con la financiación de startups y me preguntó si existía capital extranjero invirtiendo en startups ecuatorianas. La respuesta es fácil pero muchas veces nos elude: ningún inversionista extranjero va a invertir en startups ecuatorianas si los inversionistas ecuatorianos no lo hacen primero. Es verdad que el ecosistema de emprendimiento está en ciernes todavía, pero si los interesados no nos arremangamos la camisa y nos ponemos a construir esto desde abajo, nunca vamos a llegar a tener las startups exitosas que queremos.
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